Si cuando empecé a escribir las locuras que me pasaban por la cabeza hubiera sabido la mitad de lo que sé hoy, las cosas ahora serían muy distintas para mí o eso quiero pensar. Si mi yo del futuro me hubiera visitado con unos cuantos consejillos, me habría ahorrado muchísimos problemas en mi aprendizaje de las “artes escritoriles”.